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Sabes qué beneficios tiene el consumo habitual de algas en nuestra salud

Los vegetales marinos figuran entre las formas de vida más antiguas de la Tierra. A lo largo del curso de la evolución, los cambios en su ambiente oceánico han sido relativamente pequeños, por lo que han conservado su naturaleza simple. Aunque las hojas, el tallo y la raíz varían de tamaño, la composición de sus tejidos es la misma.  La raíz no absorbe alimento sino que su función es la de sujetar la planta, actuando como ancla. El alimento lo toma directamente del agua a través de la totalidad de su superficie. Todas las algas contienen clorofila y realizan la fotosíntesis según la cantidad y calidad de luz disponible. En general, a más profundidad, en dónde la luz penetra con mayor dificultad las algas son de color rojo, las que crecen en aguas poco profundas son de color verde y en un nivel intermedio de profundidad, suelen ser marrones, aunque existen excepciones. Los vegetales marinos crecen en aguas frías durante el invierno y son recolectadas a finales del mismo o en principios de la primavera para aprovechar su generoso crecimiento.

Las verduras marinas contienen entre 10 y 20 veces más minerales que las terrestres aunque ambas aportan en grandes cantidades todos los minerales que necesita nuestro organismo: calcio, hierro, potasio, yodo, magnesio y en menor cantidad, los llamados oligoelementos, que se necesitan en cantidades mínimas pero sin  los cuales, ciertas funciones corporales no pueden realizarse. Las algas no suelen absorber tanta contaminación como los peces debido a que allí donde los niveles de contaminación son altos, simplemente no pueden crecer. Estas verduras marinas contienen ácido algínico, una sustancia pegajosa que sujeta sus células de forma compacta, capacitándolas para vivir en un ambiente acuoso en continuo movimiento. Estudios elaborados en la Universidad de Mogill de Montreal han demostrado que este ácido puede combatir las toxinas en el organismo, permitiendo su eliminación por procedimientos naturales. Gracias a su contenido en minerales, las algas tienen un efecto alcalinizaste de la sangre y depuran nuestro organismo. Son ricas en vitaminas A, B, C, D3, E, K y en menor cantidad la vitamina B12. También ayudan a disolver las grasas y eliminar mucosidades que aparecen debido a un consumo excesivo de carnes y productos lácteos.

El cultivo de algas marinas a gran escala podría tener repercusiones positivas en el ecosistema oceánico. Las algas pueden contribuir a absorber el exceso de COen el agua del mar y los nutrientes residuales de las piscifactorias cercanas. Además, proporciona hábitats saludables a las poblaciones de peces o de moluscos silvestres que de otra manera se verían amenazadas por la pesca.

Las algas se suelen adquirir secas y suelen aumentar considerablemente el tamaño una vez remojadas. Su aplicación en la cocina es sumamente versátil, pudiendo ser integradas prácticamente en cualquier plato, desde sopas, caldos, estofados, platos de verduras y proteínas vegetales, hasta ensaladas de toda clase, salteados con pasta y cereales, postres…Incluso pueden servirse fritas. Algunas variedades como por ejemplo la Dulce y la  Wakame, pueden ser consumidas directamente después del remojo o sin remojar, triturándolas para preparar condimentos sin necesidad de cocinarlas. Otras como la Kombu o Espagueti de Mar, necesitan cocción porque resultan demasiado duras.

Entre las variedades más comunes de algas encontramos la Kombu que es una de las algas más ricas en yodo y en ácido glutámico, sustancia que ablanda las fibras de otros alimentos (en particular las leguminosas), reduciendo su tiempo de cocción y favoreciendo su sabor y digestibilidad; la Espagueti de Mar, que es especialmente rica en hierro, mineral que favorece la correcta producción de glóbulos rojos y evita la anemia por deficiencia de los mismos en la sangre; la wakame que es rica en calcio y contiene altos niveles de vitaminas B y C; la Dulce que también es rica en hierro; la Nori que se utiliza para los famosos sushis y entre sus propiedades destaca la de favorecer la digestión.

Para favorecernos de las propiedades que nos pueden aportar las algas basta con tomar regularmente una pequeña cantidad de las mismas (dos cucharadas soperas al día) incorporadas como ingredientes o como guarnición en nuestros platos. El consumo de algas debe moderarse en personas con problemas de hipertiroidismo y también en personas que estén tomando ciertos medicamentos anticoagulantes.

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